Use of Cookies

Our website uses cookies to facilitate and improve your online experience.

OK
  • messenger
  • Preguntas frecuentes
  • Contactenos
  • Rechercher
Close

EL SONIDO DE LA CAMPANA

Ekido Zenji fue un maestro Zen que vivió durante los últimos días del shogunato y principios del Período Meiji, y estableció una disciplina muy severa. Antes de convertirse en Abad Principal del templo Sojiji (uno de los dos templos principales de Soto Zen), fue Abad Principal del templo Ryukaiin en Maebashi y del templo Tentokuin en Kaga (actual prefectura de Ishikawa).

Los monjes en formación en los templos Zen se levantan a las tres o cuatro de la mañana. Tan pronto se levantan van a la Sala de Meditación (Zendo) y practican zazen durante alrededor de una hora. Aún cuando hay mucha gente en la sala oscura antes del amanecer, esta está tan quieta como si no hubiese nadie en ella. En ocasiones rompe el silencio el chasquido del palo (Kyosaku) que golpea el hombro de algún monje para despertarlo, pero este sonido lleva a una tranquilidad mucho más profunda, que calma todo el cuerpo.

La campana del templo en la torre de la campana (Shorodo) suena 108 veces durante la práctica de zazen, unas con sonido fuerte y otras con sonido débil, unas rápidamente y otras despacio. Algunas personas son buenas para hacer sonar la campana, y otras no. Además, dependiendo del clima, algunos días el sonido de la campana es claro y otros no.

En una fría mañana de invierno Ekido Zenji, que estaba sentado en zazen junto a un gran número de monjes, escuchó el sonido solemne de la campana del templo y sintió algo misterioso y diferente en la forma en que se estaba tocando ese día.

“Qué extraño. Esta es la campana que oigo siempre; sin embargo, esta mañana siento en su sonido una rigurosidad que me atraviesa el cuerpo”.

Después del zazen Ekido regresó a las habitaciones del Abad y pidió a su asistente: “Vé y llama a quien tocó la campana esta mañana”.

Un monje novicio acabado de llegar se presentó ante él. “Fuiste tu quien tocó la campana esta mañana, ¿verdad?”, preguntó el Abad.

“Sí, Señor. Verá usted…esta mañana fue la primera vez que yo…“, dijo el novicio, bajando la cabeza tímidamente y pensando que probablemente le regañarían por haber tocado mal la campana.

“No, no te he mandado llamar por que hayas tocado mal la campana. Quiero saber cuáles eran tus sentimientos al momento de tocarla”.

El novicio respondió: “Me enseñaron que tocar la campana es escuchar la voz de Buda, dar origen al Buda. Es por esto que cuando tocamos la campana debemos hacerlo con dicha actitud en mente. Esta mañana me tocó por primera vez el turno de hacerlo, por eso me concentré en escuchar la voz del Buda y darle origen al tocar la campana. Tomé el mazo con todas las fuerzas de mi cuerpo en mis manos, y la toqué. Después de cada golpe junté mis manos y me postré”.

“Ah, ya veo.”, dijo el Abad. "Bien, entonces cuando practiques nunca olvides ese sentimiento”.

Este novicio, que veneraba el carácter noble de Ekido Zenji y nunca se apartó de su lado en dieciocho años era Morita Goyu Zenji, quien se convertiría en el 64vo. Abad del templo Eiheiji.

El futuro prometedor soñado durante el período de rápido crecimiento económico se ha convertido en un cuento de fantasía.

La revolución tecnológica terminó cambiándolo todo, no solo los procesos de producción, sino también desde la estructura de la industria hasta la estructura de la sociedad, antes de que nos diésemos cuenta. Muchas personas se lamentan constantemente por la desgracia de la ruina que trajeron estas nuevas fuerzas.

En consecuencia, todos quieren saber cuándo, cómo y en qué dirección cambiará el mundo. Sabemos que si dejamos caer un vaso sobre el concreto se romperá, pero no sabemos en cuantos pedazos. De igual forma, nadie sabe exactamente qué tipos de cambio ocurrirán. El futuro incierto, el tiempo ya pasado, y las personas a nuestro alrededor, son cosas con las cuales no podemos contar mucho. Es por esto que lo más importante es adquirir la habilidad de adaptarse a cualquier cambio o, dicho de una forma más precisa, adquirir el sentido del yo necesario para dominar cualquier situación e influir libremente y a voluntad sobre nuestro medio ambiente, el cual cambia todo el tiempo.

Esto no es más que vivir completamente nuestra vida-aquí-y-ahora, lo más cierto que tenemos en este mundo incierto.

El Zen y Shobogenzo, escrito por Dogen Zenji, nos enseñan como hacerlo.

Page TOP